NICARAGUA:
LOGROS Y DESAFÍOS DE LA IZQUIERDA
[1]Guillermo
Gómez Santibáñez
CIELAC/UPOLI
Si pequeña es la patria, uno grande la sueña.
Mis ilusiones, y mis deseos, y mis
esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña…
Rubén Darío
Nicaragua es un país con una rica cultura
multiétnica y multilingüe, de aproximadamente 5.6 millones de habitantes, con
una economía pequeña y muy dependiente, pero que sobresale en el istmo centroamericano
por su tamaño y porque además se ubica casi en el centro del continente
americano, cubriendo una superficie
territorial de 129.494 kms².
La historia poscolonial de este pequeño país,
que se hace grande por las insignes figuras de sus hijos que le representan,
como el príncipe de las letras castellanas, el poeta Rubén Darío y el General
de hombres libres Augusto C. Sandino, es dramática y convulsionada.
Comparte al igual que el resto de los países
de América Latina un lastre de subdesarrollo y dominación imperialista, sin
embargo, contiene también rasgos que marcan sus peculiaridades; que la
distinguen en su evolución del resto de los países del continente. Entre sus
peculiaridades está el hecho que Nicaragua, a lo largo de su historia
republicana y en posición estratégica de su geopolítica, ha luchado y resistido
contra posiciones entreguistas y de subordinación de los sectores dominantes,
debiendo enfrentarse militarmente a
frecuentes intervenciones armadas norteamericanas desde mediados del siglo XIX
y hasta entrada la década del 30 del siglo XX.
La lucha emancipadora de Nicaragua la
encabezó el movimiento de Sandino contra la intervención norteamericana entre
1927 y 1933 y en la década del 50 es retomada por el Frente Sandinista de
Liberación Nacional, (FSLN) vanguardia indiscutible que se enfrentará a la
dictadura más cruel y sangrienta de América Latina, la dictadura militar
somocista.
La lucha heroica del pueblo nicaragüense, a
lo largo de su historia, no ha sido más que buscar el establecimiento de un
régimen democrático, construir mecanismo que garanticen procesos sociales
equitativos, la conquista de la paz y la autodeterminación de la nación.
El 19 de julio de 1979, luego de 45 años de un sistema autoritario de control y de opresión, Nicaragua, con el triunfo
de la Revolución Popular Sandinista, nunca volvería a ser el mismo país y se
convertiría en un punto de referencia para el resto del mundo. El surgimiento
del FSLN, como una fuerza política de transformación social, es el producto
genuino de la historia popular de Nicaragua.
En palabras del mismo Carlos Fonseca, (1981) fundador
del partido FSLN:
El Frente no nació de una asamblea o de un congreso, ni lanzó una proclama
anunciando su creación. Ni tampoco presentó un programa. En el Frente primero fue la acción y en base a sus primeras experiencias se
fue formulando y reformulando, su programa, su estrategia y su táctica.
El Frente Sandinista surgió abriéndose paso en medio de las tiniebla
impuesta por la clase explotadora. Inspirándose en el dolor y la miseria
padecidos por los actores populares, quiere rescatar las más nobles tradiciones
de la colectividad nicaragüense, no limitándose a evocarlas con palabras, sino
a revivirlas en la acción, aunque ello signifique atravesar las más duras
pruebas
En la visión de Carlos estaba:
El Frente Sandinista, a la cabeza de las masas populares de Nicaragua, se
sacrifica, no por alcanzar una mezquina migaja para el pueblo, sino por lograr
una radical transformación social y nacional.
El Frente sandinista resultó de la integración del movimiento
revolucionario y de la bandera libertaria de Augusto C. Sandino. Formaron sus
filas, jóvenes de secundaria, universitarios, campesinos y obreros, quienes
dieron su heroica lucha contra un Estado oligárquico. Esta lucha, que
constituyó un sangriento conflicto armado contra Anastasio Somoza Debayle y su
guardia nacional, tuvo como telón de fondo la debilidad de clase de las fuerzas
políticas burguesas de oposición y el carácter bipartidista de la dictadura que
finalmente se vio forzada a hacer alianza con el movimiento revolucionario para
colapsar el sistema y provocar el derrumbe de una dictadura que se había ido contra
la misma sociedad. (Torres, 2011)
La década de
los setentas marca una ruta distinta en la acumulación de problemas sociales en Centroamérica; Nicaragua
forma parte de los procesos insurreccionales que lucha contra regímenes
dictatoriales de origen militar. La burguesía no
busca el consenso nacional; más bien opta por un camino más violento: el de las
dictaduras militares, esto con el fin de mantener las formalidades legales en defensa de una
supuesta democracia.
Al nivel político, que es el escenario donde se desarrolla la crisis,
tiene como despliegue la insurrección de las clases populares, que por la vía
armada, extremadamente violenta, buscan reivindicarse como sujeto político en
la historia.
Desde la teoría de la transición se explica
la constitución de un fenómeno nuevo; las dictaduras militares crean las
condiciones y los escenarios para el surgimiento de procesos democráticos
tutelados. El enfoque
principal se centra en relevar los factores institucionales y considerar las
democracias occidentales del mundo desarrollado como su horizonte normativo.
Desde una perspectiva liberal democrática, sustentada por una libertad
individual y por una igualdad político-jurídica se simplificó la democracia y
se le confirió validez bajo un concepto unidimensional y elitista de sello
schumpeteriano, alimentado por la idea de poliarquía de Dahl. Se resignificó
entonces la democracia como “democracia electoral” cuyos actores polítcos
relevantes lo constituyeron las élites, los gobiernos y los partidos; se tarta de la democracia minimalista. (Gómez, 2011)
En el año 1990 el Gobierno revolucionario
liderado por el Comandante Ortega y el FSLN, convoca a elecciones libres y
democráticas en Nicaragua; luego de los acuerdos de paz para Centroamérica conocidos
como Esquipulas II. El Frente Sandinista
había obtenido una victoria militar, en una guerra de baja intensidad con la
“Contra”[2] revolución, pero obtuvo
una derrota política al perder las elecciones ante la Unión Nacional Opositora
(UNO) que ascendía a su candidata, la señora Violeta Barrios de Chamorro, a la
presidencia de Nicaragua. La paz en Nicaragua no se
consiguió bajo una victoria militar por parte del Ejército sandinista, ni
tampoco por la amenaza de la Resistencia Nacional, sino por la imperiosa
necesidad de replantearse la estrategia de la guerra, dado que la paz era
condición de gobernabilidad y el escenario político y económico de
Centroamérica, como punto geopolítico y su correlación de fuerzas estaba
cambiando.
El gesto del Comandante Ortega, de convocar a
elecciones fue un paso sustantivo para estabilizar el
país y entrar en un camino de paz que iría abriendo surcos, en un proceso
paulatino hasta el presente.
Luego de 16 años del Partido Liberal Constitucionalista
en el Gobierno, en diciembre del año 2006 el FSLN retorna al Poder, bajo el
lema: “El pueblo presidente”, inaugurando un plan de Gobierno y una estrategia
que marcaría una segunda etapa de la Revolución. El objetivo era poder
completar su agenda social inconclusa por la guerra de los años 80 y por la
pérdida de las elecciones en 1990.
La Revolución Popular Sandinista tuvo como
objetivo un cambio en el modelo económico y social del país, apuntando hacia
una democracia verdadera, popular y real, con un sistema de economía mixta que permitiera
alcanzar la justicia social y la verdadera libertad del pueblo nicaragüense.
La inauguración de la administración Ortega
en este nuevo periodo (2006-2016) tiene un giro social con doble intención: por
un lado está aliviar la pobreza a través de sus programas emblemáticos: Hambre
Cero, Usura cero y Desempleo Cero y por otro lado, está la intención de
restablecer el protagonismo del “Estado de Bienestar” focalizado en el acceso y
gratuidad de la salud y de la educación.
La historia de la izquierda en Nicaragua no es más que la historia del
propio Frente Sandinista que abraza el legado libertario de Sandino, todo en
función de la restitución de los derechos fundamentales de los sectores más
desposeídos y excluidos de la sociedad.
El FSLN no ha perdido su visión, ni su ideario revolucionario heredado por
Sandino. Ahí radica el sentido de su identidad y el soporte de su ideología; pero
ha tenido que situarse en un nuevo contexto social, político y económico. En un
escenario mundial unipolar, fragmentario, globalizado y neoliberal;
identificando nuevos actores sociales y políticos, nuevos problemas y nuevos
enemigos. Ha debido de implementar ciertas reingenierías hacia su estructura
partidaria de base, buscando recuperar y recomponer su base social y rearticular su poder político
ante las nuevas demandas del pueblo. El FSLN se ha reinventado en su base
juvenil, sus nuevos cuadros suman por miles y miles a los jóvenes; en su gran
mayoría, hijos, nietos, parientes y primos de combatientes históricos, que han
reconocido el relevo generacional y se han dado a la tarea de dar lo mejor de
sí para transmitir su experiencia revolucionaria, pero sobre todo, su mística
combativa.
El Comandante Daniel Ortega, candidato del FSLN, bajo la alianza Unida Nicaragua
Triunfa fue reelegido en diciembre del 2012 como Presidente de Nicaragua, con
un 62.6 %, obteniendo también mayoría en la Asamblea Nacional con 62 diputados
propietarios. Parafraseando las primeras palabras de Ortega ante la nación,
luego del triunfo electoral: “Este triunfo no nos debe poner arrogantes y creer
que podemos hacer lo que se nos ocurra, sino que ante todo, debemos ser
humildes y buscar el consenso para sacar adelante a Nicaragua”.
Ante un mundo del ciudadano que se fragmenta y pierde los espacios de
solidaridad e igualdad; los desafíos imperiosos de la izquierda en Nicaragua,
representada en un partido popular y de amplias mayorías como es el FSLN, tiene
tres componentes vitales, tanto para su articulación social y política, como
para construir el camino hacia una sociedad más justa y tolerante: el desarrollo
económico, la participación ciudadana y la solidaridad social.
Bibliografía
1. Torres, Rivas Edelberto (2011) Revoluciones sin cambios revolucionarios. F
y G Editores, Guatemala
2. Martí y Puig, Close David (eds.) (2009). Nicaragua y el FSLN ¿Qué queda de
la revolución? Ediciones bellestera, Barcelona
3. Sader, Emir (2009) El nuevo topo. Siglo XXI editories CLACSO Coediciones,
México
4. Gómez, Santibáñez Guillermo (2011) Cultura de paz y reforma democrática de
la institucionalidad de Nicaragua. Fundación Friedrich Ebert, CIELAC/UPOLI.
5. Mallo, Reynal Susana (2006). La izquierda en el cono sur- Análisis
comparado: Brasil, Argentina y Uruguay- Revista universidades. Número 31
páginas 55 – 89.
[1] El Autor es teólogo, profesor de
Sociología Jurídica, filosofía y Cultura de Paz en la Universidad Politécnica
de Nicaragua. Es Director del Centro Interuniversitario de Estudios
Latinoamericanos y Caribeños CIELAC/UPOLI
[2] Es el nombre dado a los diferentes
grupos insurgentes opuesto al gobierno del Frente Sandinista armados y
entrenados por los Estados Unidos en la década del 80
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