miércoles, 21 de marzo de 2007

Réplica a Andrés Pérez

Los sinsentidos y falacias de Pérez Baltodano.

Me permito el derecho a una réplica; en razón del artículo del Dr. Andrés Pérez Baltodano, publicado en la página de Opinión del Nuevo Diario de Nicaragua 1/6/06. (www.elnuevodiario.com.ni)

En mi calidad de buen vecino, amante de las buenas ideas, de las gustosas letras de los literatos y de los deleitosos análisis críticos que promueven pensadores de buen talante en nuestro país; quiero hacer algunas puntualizaciones conceptuales y argumentales frente a las afirmaciones que el Dr. Pérez Baltodano deja ver en su artículo. El señor Andrés Pérez, es uno de los destacados intelectuales de elite que he tenido el gusto de conocer y leer con agrado; tanto por su rigor académico como por la lucidez de sus tesis. He seguido con atención sus artículos publicados bajo la serie de “sin sentidos y falacias”. Esta vez no puedo quedarme en silencio y necesito hacer algunas refutaciones a los planteamientos del catedrático.

La falacia es un razonamiento falso para inducir a engaños, y en esto estamos de acuerdo con Andrés. La definición más elemental de la lógica es: ciencia que estudia las condiciones o las reglas del razonamiento legítimo. En la lógica se discuten preguntas elementales como:¿Cuándo una proposición es verdadera? ¿Cuándo una argumentación es legítima? ¿Es lo mismo verdadero que legítimo? En la elaboración de un determinado discurso; sea de la naturaleza que sea, debemos tener presente los tres elementos fundamentales como son el concepto, el juicio y el raciocinio, que al usarse adecuadamente; determinan el criterio en una discusión sobre la legitimidad o no legitimidad del razonamiento y su validez en sí.

Refutación primera

Encuentro un reduccionismo en las palabras de Pérez Baltodano, al calificar la vida y la historia como un simple encuadre de piezas; cuya solución estaría en el ingenio de quien logra dar con la clave para descifrar la incógnita humana. El asunto es precisar dónde radica el peso de la verdad; si en los hechos de nuestra historia humana, y en las tradiciones por ella formada, o en un “best seller” cuya historia-ficción se basa en una trama seudocientífica y conspiracionista.

Temo que el Dr. Pérez Baltodano, cayó en la trampa de su propio silogismo resbalándose en su argumentación; para dar contra las mismas falacias que el está tratando de destruir, haciéndolo así perder su objetividad científica en el análisis que nos quiere presentar. Se confunde con erupciones novelescas, literarias y cinematográficas ligh, que se empeñan en pulverizar las grandes tradiciones y los metarelatos legados por la modernidad. La teología humanoide y secularoide que se entreteje en el código Davinci, no tiene, ni nunca tendrá la suficiente altura para poner en tela de juicio la fe cristiana y el rol que la Iglesia ha jugado en el depósito de la fe y de la historia política y cultural de Occidente. No hay peor cosa que un sociólogo haciendo teología o un teólogo haciendo sociología, es mejor tomar la distancia debida y no confundirse, pues es más creíble un teólogo confesando su fe y un sociólogo postulando su teoría, que un Dan Brown, queriendo poner a Jesucristo como protagonista principal de un “Thriller”. La historia de occidente, su herencia cultural y su imaginario social; que llegaron a conformar el proyecto humano de la modernidad, no se sustentan en postulados tan novelescos. La historia es más compleja, pero no es un rompecabezas, la historia la hacemos en libertad y por la libertad, por eso se hace dialéctica, no está determinada por en piezas prefabricadas. San Agustín, Voltaire, Machiavelli, Vico, Hegel, Kant, etc. nos dan una perspectiva filosófica irrefutable de la historia, no podemos perder sus referencias

Refutación segunda

El problema de la Iglesia con el cógido Davinci, no es académico, ni de imprecisiones históricas; en esto estamos de acuerdo, pero donde Péres Baltodano llega a conclusiones no legítimas, es en la afirmación de que el problemas es sociológico y político, esto me parece mas bien un anacronismo. La Iglesia, no controla la voluntad de las personas, ni su libertad de tomar decisiones en la sociedad; el poder monolítico y hegemónico de la Iglesia, muy propio de la Edad Media se rompió entrada la modernidad. Los concilios de Trento y Vaticano I, sirvieron de antecedentes para que la Iglesia en adelante, viera el mundo y a la persona humana con otros ojos. El concilio Vaticano II mostró una Iglesia con rostro nuevo, más abierta y dialogante con el mundo moderno. Las personas, son libres de decidir y de pensar, de leer y de investigar, de actuar y disentir, en cualquier materia. Lo que la Iglesia discutirá y dirá su palabra siempre, es en torno a los dogmas fundamentales que sustentan nuestra fe y a los aspectos éticos que tiene que ver con el comportamiento moral del ser humano; dentro de los límites de la convivencia social y civilizada. El código Davinci, entraña un problema teológico y dogmático que toca los aspectos cristológicos, mariológicos y como tal, eclesiológicos; distorsionando el verdadero sentido simbólico y el significado teológico que ello encierra. La iglesia, conserva en museos y en bibliotecas de renombre mundial; toda la historia de la fe cristiana y guarda los documentos conciliares, magisteriales y canónicos, sin ninguna necesidad de ocultar ningún secreto. La Iglesia nunca se opondrá a cualquier obra que tenga peso y seriedad académica, y que a la vez aporte al conocimiento humano, sobre todo en el campo de lo religioso. Las obras de los filósofos de la sospecha y su ateismo militante: Marx, Nietzche, Freud, Sastre y que hablaron de la muerte de Dios; sirvieron a la Iglesia para fortalecer la fe y enriquecer el dialogo Fe y Razón. Sus obras filosóficas, no se quemaron, ni se excomulgó a ninguno de ellos. Quién ha hecho una opción de fe, y sigue los postulados del cristianismo, lo hace en libertad y respeto hacia la Iglesia, no como a cualquier institución, sino por lo que ella representa en la historia y en la fe. Sólo quién vive su fe en comunión con la Iglesia, puede entender el espíritu que la anima, como sacramento de salvación

Refutación tercera.

En mis estudios de Historia Eclesiástica, no conozco datos que me indiquen que la santa sede haya mostrado alguna vez horror ante el interés masivo por los estudios acerca de la persona de Jesús, o la Iglesia-institución. Abundan los estudios histórico-crítico en torno al Jesús histórico. La ciencia histórica es utilizada para investigar los sucesos relevantes de la vida de la Iglesia en sus dos mil años de existencia; yo mismo he sido un teólogo que desde mi opción creyente y una pertenencia eclesial, he podido investigar sin censura, el misterio de Dios, de Cristo y de la Iglesia sin engaños. La Iglesia está muy clara que las fuentes de donde brota el testimonio en torno a la persona de Jesús son los evangelios, y sobre ellos existen diversidad de estudios queriendo explorar una “vita Jesús”, que sin el conocimiento suficiente de los instrumentos histórico-crítico, pueden conducir a conclusiones equivocadas. En esto, el método racional ha jugado un papel fundamental, pues la ciencia ha contribuido de manera significativa en los resultados de diversas pesquizas. No entiendo que un intelectual de la altura de Pérez Baltodano afirme que la Iglesia, con dos mil años de historia, y con una contribución invaluable de legado intelectual al pensamiento occidental, piense que la Iglesia tiene la fe reñida con la razón. Respecto a este dualismo, lo padres conciliares, rechazaron en el Concilio de Trento el fideísmo, corriente que pretendía negar la razón en la fe. Ya el gran san Agustín afirmaba en el siglo V crede ut intelligas”: cree, para que entiendas o “Fides quaerit, intellectus invenit”: la fe busca, el entendimiento encuentra. Sobre esto, invitaría a Dr. Pérez Baltodano a examinar la Encíclica del Papa Juan Pablo II “Fide et Ratio” de 1988, donde el Santo Padre aborda el tema de las relaciones entre la fe y las disciplinas racionales. Si Péres Baltodano desconoce esta tradición académica de la Iglesia, entonces es una falacia decir que la Iglesia manipula la fe y son disparates sus dogmas, al querer comparar el Código Davinci con los documentos dogmáticos emanados del Magisterio Eclesiástico. Estimo que este intelectual no domina bien el concepto “Dogma”, y sustenta su comprensión del término en una posición más bien protestante trasnochada y subjetiva. Tampoco tiene una clara comprensión del concepto de Infalibilidad papal, decretado por Pío IX en el Concilio Vaticano I, que afirma que el Papa es infalible ex-cátedra, pero esto también alcanza a todo el Episcopado en materia de fe y de moral. Los dogmas de la Iglesia no son tonterías, ni inventos caprichosos de mentes desocupadas y fanáticas, que para sostener sus creencias se apoyan en la imaginería volátil. Los dogmas son símbolos y ellos son el resultado de siglos de debates y reflexión teológica,; que la Iglesia ha debido consensuar en postulados de fe fundamentales; bajo el signo del Espíritu y la inteligencia de la fe. Los dogmas se sostienen en la Sagrada Escritura, en la Tradición de la Iglesia, en el depósito de la fe, y en la fecunda reflexión teológica de grandes teólogos de la Iglesia. Finalmente, por el desconocimiento teológico del Dr. Pérez Baltodano, sobre el misterio Pascual, y el kerigma de la Iglesia, es una falacia decir que el cristianismo y la fe no necesita al Jesús resucitado. Es precisamente aquí donde radica la diferencia, entre la racionalidad de la fe cristiana y otros grandes maestros espirituales. El cristianismo se ofrece al ser humano como experiencia de salvación en la gracia, en un don, y para ello necesita la fe y la memoria del Resucitado. Nadie puede poner su proyecto de vida y la trascendencia de ella, en un muerto, ni en un hombre cualquiera, eso sería pura ideología, pura inmanencia. San Pablo dice en su carta a los Corintios: “Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe”(1 Cor. 15, 14)

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